¿Que es el ojo dominante?

Ante la pregunta: ¿qué resulta preferible, apuntar con uno o con los dos ojos abiertos?... muchos resolverían esta cuestión de forma tajante: “lo mejor es apuntar como cada uno buenamente pueda”.
El centro fundamental de discusión ante esta pregunta, se encuentra en llegar a definir cuál es nuestro “Ojo director”, es decir, en qué ojo tiene cada tirador una mayor fuerza visual.
Teniendo en cuenta el enorme interés que suscita este tema entre cazadores y tiradores, hemos creído interesante dedicarle un artículo especial. Esperamos poder aclararle algo...

QUÉ ES EL OJO DIRECTOR

En la visión de una persona, cada uno de sus ojos cumple una “misión”.
Así, el ojo director es el que tiene una mayor agudeza visual, el que domina la visión en profundidad. El otro ojo manejará por tanto la visión periférica y espacial y, entre ambos, consiguen hacer llegar a nuestro cerebro una imagen tridimensional.
Todas las personas tenemos un ojo que “domina” sobre el otro y que es el contrario al hemisferio del cerebro más dominante en cada caso.
Aunque existan naturales excepciones, lo más habitual es que alguien diestro tenga como ojo director el derecho, mientras en los zurdos el director será el izquierdo. En los casos en los que no es así (se calcula que entre un 15 y un 20 por ciento de las personas tienen el ojo director “cambiado”), estaremos ante un tirador que se ve obligado a apuntar con el arma apoyada en el pómulo contrario a su ojo director...
Algunos tenemos el ojo director más marcado que otros, por eso algunas personas suelen tener serias dudas al respecto.
Sea como sea y a pesar de lo que algunos dicen, lo cierto es que en ningún caso resultará posible modificarlo, ya que se nace con él.
Resulta totalmente innegable la importancia que el ojo director tiene sobre el resultado final de nuestro tiro, tanto que se dice que una correcta utilización de este ojo director en el tiro de escopeta equivaldría a poner perfectamente a tiro el visor de un rifle...

TIRAR CON LOS DOS OJOS ABIERTOS

Existe una tradicional discusión sobre si se debe o no tirar con los dos ojos abiertos.
A nuestro modo de ver, desde todos los aspectos, la visión binocular es mucho mejor que la visión monocular, por ello lo primero que cabe señalar es la recomendación general de que todos los tiradores y cazadores disparen con los dos ojos abiertos, ya que las ventajas de hacerlo así son muchas y de gran importancia; a destacar:
– Es la única forma eficaz de medir distancias. Si tenemos un ojo cerrado perderemos de manera inmediata la sensación de profundidad, dejamos de ver los objetos en tres dimensiones y, en definitiva, nos resulta imposible realizar un cálculo de la distancia que existe hacia el objetivo de nuestro disparo.
– Con ambos ojos abiertos evitamos la pérdida de campo visual (se calcula que cerrando uno de los ojos perdemos alrededor del 25% del campo visual), lo cual podría influir de forma nefasta en la localización de una segunda pieza.
– Tener los dos ojos abiertos nos permite realizar encares más rápidos y con ello aumenta notablemente la velocidad de decisión de disparo.
– Si mantenemos los dos ojos abiertos, disminuimos la sensación de ansiedad o miedo que siempre produce el no ver una parte de lo que tenemos delante. Esta sensación puede traducirse en un incremento del nerviosismo, que puede desembocar en la realización de disparos precipitados. Ver con los dos ojos nos ayuda, sin duda, a estar más tranquilos y seguros de lo que hacemos.
– En los casos en los que el ojo director es el contrario al lado donde apoyamos el arma, resulta del todo necesario que apuntemos con los dos
ojos.
Dicho todo esto, conviene también que mencionemos otra realidad: cuando el ojo director se encuentra en el lado contrario al que utilizamos para apoyar el arma y el tirador está acostumbrado a realizar el disparo con un solo ojo, tal vez forzar el cambio a disparar con los dos ojos abiertos resulte contraproducente, ya que puede generar cierta incertidumbre y falta de confianza en lo que se está haciendo.
En caso de que no esté habituado a disparar con los dos ojos abiertos, le recomendaríamos que pruebe a hacerlo. Con seguridad al principio se sentirá muy extraño, ya que verá dos puntos de mira, una sensación que con el tiempo y con mucha práctica, irá desapareciendo. Si realmente se interesa en practicar de este modo, en poco tiempo notará una gran mejoría en los resultados obtenidos.

CÓMO SABER CUÁL ES NUESTRO OJO DIRECTOR

Existen numerosas formas de conocer cuál es nuestro ojo director.
Una muy sencilla y rápida: coja una cámara fotográfica y enfoque sin pararse a pensar o recapacitar en lo que está haciendo... ¿con qué ojo lo ha hecho?... ese es
su ojo director. Al hacer esta prueba usted mismo puede comprobar que para enfocar mantiene ambos ojos abiertos.
Otros utilizan técnicas algo más sofisticadas, aunque igualmente sencillas: coger un lápiz y colocarlo de forma vertical con el brazo completamente extendido.
Una vez hecho esto, y con los dos ojos abiertos, apuntar a algún objeto distante 4 ó 5 m. Luego cerrar un ojo y después el otro, verá que el objeto que usted sostiene en la mano se desplaza de la línea sobre la que estaba superpuesto al cerrar alguno de ellos.
Si el objeto permanece alineado cuando está cerrado el ojo izquierdo, su ojo director o más fuerte será el derecho. Si ocurre al revés, su ojo director es el izquierdo.
Pero sin lugar a dudas la forma más habitual y que suele ofrecernos una onclusión totalmente veraz es la que consiste en coger una hoja de papel y realizar un pequeño agujero (de unos dos centímetros de diámetro) justo en su entro. La persona que desea conocer cuál es su ojo director, deberá coger el papel con ambas manos,  colocando cada una en un extremo del mismo. De esta norma, buscamos un punto de referencia, un objeto que se encuentre a cierta distancia de quien realizará la prueba. Con los brazos extendidos en dirección al objeto, se deberá mirar a través del orificio del papel con los dos ojos abiertos, hasta localizar el objeto.

Tras ello, y sin cerrar ningún ojo, se acercará el papel hacia la cara, sin dejar de ver el objeto. Al hacerlo, deberemos fijarnos en cómo de manera natural se conduce el agujero del papel hacia un ojo determinado, el que será el “ojo director o dominante”. Si repitiéramos la prueba en más de una ocasión veríamos que siempre saldrá el mismo resultado. Incluso si se quisiera forzar la situación, intentando llevar el orificio del papel al ojo contrario, la persona que realiza la prueba dejaría por un momento de ver el objeto.

 

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